El mar en febrero se mantiene tranquilo. Hay días en los que apenas se puede diferenciar el cielo de las aguas.
Frente al hotel, en esa balsa se aceite, se sumergen buceadores para aprovechar el remanso de paz marina que se respira en los cerca de 20 km de costa que tiene Dénia.
Nos encanta imaginar qué verán, qué encontrarán delante de nuestra playa. Se dispara nuestra curiosidad puesto que la fauna subacuática es basta y los tesoros materiales que esconde el Mediterráneo también.
El Hotel Los Ángeles se encuentra ubicado en un lugar de paso en la antigüedad. Por las aguas de la playa de les Marines navegaban barcos cargados de cerámica romana procedente del centro productor de l’Almadrava, a escasos 3 km, en Els Poblets. Por lo tanto –a lo largo de la historia– ha sido fácil encontrar ánforas y restos de platos y utensilios buceando o pescando.
Esta semana, sin ir más lejos, toda una institución en la hostelería dianense, Pepe Piera «El Pegolí», ha donado su colección arqueológica al Museo de Dénia. Se trata de una serie de ánforas y la cabeza de un busto (posiblemente del s. XVIII). El rostro –que podría tratarse de alguna celebridad francesa– ha despertado la curiosidad entre los medios de comunicación valencianos.
Dénia, es historia. Dénia es cultura. En la superficie y debajo del mar.
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