Feria del Juguete de Denia
La celebración de una edición más de la Feria del Juguete de Denia el sábado 9 de diciembre nos ha traído muchos recuerdos: ya no de nuestra infancia -que también- sino de la de nuestros hijos, a quienes recordamos emocionados y titubeantes sobre el triciclo o enfrascados en su primer cómic.
También nos ha llevado a reflexionar sobre la vorágine de estos tiempos rápidos, aún más acelerados por anuncios que en veinte segundos cuentan una historia de película gracias a juguetes futuristas. Si hasta a nosotros la magia de la mercadotecnia nos confunde –o nos dejamos confundir- qué decir de los más pequeños de la casa, que parecen absorbidos por un túnel del tiempo que les conecta a la televisión durante la interminable sucesión de anuncios. Literalmente, entran en otro mundo, y no escuchan ni ven nada más durante esa trepidante maratón de publicidad.
En los puestos de juguetes antiguos, hemos recuperado la parsimonia de otros tiempos –no tan lejanos- que impregnaba también nuestro mundo de fantasía. El hablar cadencioso de nuestra abuela mientras cosía un vestido para la muñeca, y los pasos firmes del abuelo que nos traía a casa de vuelta de la escuela. En la salita nos había dejado una caña de pescar artesanal y ese día sólo lo podía detener alguna vecina admirada por lo mucho que habíamos crecido desde la última vez. El orgullo lo rejuvenecía de golpe, y muchos años después entendimos que el cumplido se hacía con toda la intención de brindarles ese instante de felicidad profunda e inmediata, esa “alegría de vivir” que se va apagando con los años.
En la feria del juguete podemos encontrar auténticas piezas de coleccionista.
Y como una cosa lleva a la otra, recordamos el consejo de expertos en educación que recomiendan la regla de los cuatro regalos : uno para llevar (zapatos, sudadera…), uno relacionado con la lectura, uno que desee con especial interés (para cubrir las necesidades emocionales) y cualquier artículo que necesite realmente. Es una orientación; quizás poner un número sea demasiado arriesgado para todas las familias y circunstancias, pero lo que sí es cierto –y la mayoría lo hemos comprobado- es que la saturación de regalos no ayuda a centrarse en ellos, ni a apreciarlos e incluso puede llegar a ser contraproducente porque se pierde la ilusión y a algunos de ellos ni siquiera les prestan atención.
Por experiencia propia y como observadores de tantos niños y niñas que han pasado por el Hotel Los Ángeles Denia, sabemos que los juguetes de toda la vida –acompañados de buenos amigos y una poderosa imaginación- son inigualables. Llegarán (y pasarán) artilugios y juegos de última tecnología, pero una pelota, una cuerda o una caja de rotuladores –por no hablar de las infinitas posibilidades de la playa en particular y la naturaleza en general- son éxitos asegurados. Y si hablamos de niños y niñas menores de tres años, no lo dudéis: lo que más ilusión les hace es abrir, por el puro placer del descubrimiento. Deshacer una cinta, rasgar un papel de regalo, recorrer el salón decorado –aunque sea con globos- para encontrar una galleta, unas pegatinas, un bombón o plastilina. Eso sí que es magia, que su inocencia nos regala cada día del año. Sólo hay que estar atentos.
¡Feliz Navidad
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