Juan Carlos Fernández Pérez
Se puede decir que el azar quiso que Juan Carlos Fernández Pérez recayera en Dénia. Cliente asiduo del hotel rememora aquel 1995 cuando vino hasta la capital de la Marina Alta con un amigo que quería armarse el barco en el puerto dianense. «Me hablaron de este hotel, de lo paradisíaco que era. Recuerdo que la habitación valía 9.000 pesetas y que todavía no había piscina». Este arquitecto de profesión, gallego afincado en Madrid, decidió entonces probar el hotel antes de pasar las vacaciones de verano. «Vinimos el puente de San Isidro y a partir de entonces comenzó el idilio».
Juan Carlos Fernández explica que regresan todos los veranos y que solamente fallaron en 2002. «Ese año nació uno de nuestros hijos y desde ese día celebra el cumpleaños cada 12 de agosto en el Hotel Los Ángeles», comenta sonriendo. La pasión por el hotel y por Dénia es extensible a toda la familia. «Cada día estamos más a gusto. Valoro el servicio que nos dan. A mis hijos, cuando llega el verano, les puedes plantear cualquier proposición pero siempre te contestarán: ‘Vale, pero después de Dénia'».
Los viajes en grupo
La fidelidad de los huéspedes del hotel ha generado una serie de vínculos difíciles de explicar en pocas lineas. «Existe una relación familiar y de amistad con todos los clientes más antiguos. Tenemos amigos de Los Ángeles que conocemos desde hace 18 años «, relata Fernández. Esa unión ha supuesto que muchos de ellos realicen un viaje en invierno, como los acontecidos para conocer las bodegas y viñedos de La Ribera del Duero y La Rioja. Así que el hotel no solamente es el punto de reunión de las vacaciones estivales, también sirve de base de operaciones para organizar todo tipo de planes en grupo. Fantástico.