Los refranes tienen esa calidez que nos transporta a personas y tiempos pasados, a generaciones iletradas pero investidas de un sentido común abrumador. Con la medida justa, y relativizando su carga de sabiduría popular – que en ocasiones tiene más de popular que de sabiduría – aún hoy esbozamos una sonrisa con aquellas frases que escuchábamos de pequeños, y que hablan de la vida vinculada al santoral, las estaciones, los cultivos, el mar o los fenómenos meteorológicos.
En Denia, escuchamos desde mediados de diciembre una frase alentadora, que nos anuncia días más largos y noches más cortas: Per Santa Llúcia, pas de puça; per Nadal, pas de pardal; per Santa Paula, pas de guatla (Por Santa Lucía, paso de pulga; por Navidad, paso de pájaro, por Santa Paula, paso de codorniz).
Teniendo en cuenta que Santa Lucía se celebra el 13 de diciembre y el solsticio de invierno no llega hasta el 21, sólo hay dos explicaciones posibles: que el sol sale unos minutos antes y por tanto hay un cierto alargamiento del día (por lo que respecta a horas de sol), o la hipótesis de Joan Arimany, especialista en religiosidad popular. Este estudioso recuerda el cambio al calendario gregoriano que se produjo en 1582. Hasta entonces se creía que el año duraba 365,25 días, pero en aquel momento descubrieron que era once minutos más corto. El nuevo calendario corrigió este error, pero además tuvo que subsanar el desfase de tantos años de acumulación de errores, que hacía que a finales del siglo XVI los equinoccios y solsticios se produjeran diez días antes. Esto explicaría que por Santa Lucía ya comenzara a alargar el día.
Contemplar el atardecer junto al mar se disfruta más cuando alarga el día.
Por Navidad se nota un poco más, y ya a partir del 26 de enero, festividad de Santa Paula, notamos que el día alarga con paso decidido. Valga recordar que en otras poblaciones hay citas con San Esteban o San Antonio respecto a este asunto. En Denia, por la gran devoción que se tiene a Santa Lucía y Santa Paula, ambas con ermitas destino de peregrinación y con porrat en su honor (un mercado con dulces y productos artesanales al que siguen acudiendo alborozados los chiquillos a la salida de la escuela) se toman como referencia preferente.
El caso es que estamos encantados de que alargue el día, de que el sol bañe el edificio del Hotel Los Ángeles y atempere el Mediterráneo a sus pies. Nos permite tomar conciencia de la nueva temporada que se acerca, del trajín de maletas y el intercambio de sonrisas. En plena cuenta atrás, porque después de Santa Paula queda un mes escaso para reencontrarnos. El 23 de febrero volvemos. Con días más largos y mucha ilusión.
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