Dénia, 29 de marzo de 2015
Querida Michelle.
Creo que esta es ya la tercera carta que te escribo desde el hotel. Un dato significativo puesto que la estancia aquí, en Los Ángeles, me está sentando muy bien tras tantos meses de tensión y preocupaciones. Los días siguen transcurriendo de la manera que imaginaba. Largos paseos junto al mar, atardeceres de lectura en la terraza del hotel y noches como esta, totalmente entregadas a la escritura. Pese a la tranquilidad que he encontrado no puedo evitar pensar en ti y en lo mucho que me gustaría volver a verte, aunque soy consciente de que las posibilidades de que eso ocurra son remotas.
Así que he encontrado refugio en estos textos que te dedico. La necesidad de comunicarme contigo es existencial y los ejercicios literarios me permiten mantener la conexión.
He decidido poner nombre a este conjunto epistolar. Le he llamado «Cartas de arena y sal». Por primera vez trabajo sin la presión de pensar en si los textos pueden ser editados o rechazados. Estos escritos son para ti, Michelle, pero también para mi y para toda la familia.
Un beso muy grande. Voy a bajar a cenar. Seguro que encontraré a alguien con quien jugar a los naipes un rato o charlar de la belleza del lugar que me acoge.
Te quiere.
Jeane.
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