Las fallas de Dénia
Vemos a visitantes de pueblos cercanos y turistas de países lejanos fotografiar extasiados los monumentos falleros. Intercambian opiniones llenas de admiración cuando no quedan mudos de asombro. Expresiones que se vuelven pura incredulidad cuando saben que no hay piedad para estas figuras, y que las llamas las convertirán en cenizas en apenas unas horas.
Nos imaginamos a la educada anciana galesa en su casa en el Montgó, aprovechando la conexión de skype con su hijo y sus nietos para contarles los pormenores de esta fiesta que – no sólo en Dénia – inunda de color, música y afiliada crítica las calles del pueblo, que renace a la primavera sin esperar al calendario. Visualizamos al discreto señor belga repasando las fotos en su apartamento de las Rotas, ésas que lleva disparando toda la mañana desde la tablet, que debe estar a punto de quedarse sin batería. El grupo de ciudadanos rusos recorre incrédulo las calles y no hace falta que digan nada porque sus caras lo dicen todo: “¡Qué bien quedaría algo así en Moscú o San Petersburgo!”
Las fallas de Dénia del 2018 ya tienen flamantes ganadoras
Las fallas de Dénia del 2018 ya tienen flamantes ganadoras (en la foto de portada, la de Baix la Mar, primer premio de la Sección Especial) y desde aquí nuestra felicitación. Pero no olvidemos que el éxito de las fallas es fruto del trabajo en equipo: de muchas comisiones que intentan –cada una desde sus posibilidades- sumar para conseguir una fiesta divertida, acogedora, bulliciosa y entrañable.
Con mucho talento: de los músicos, los indumentaristas, los artistas falleros y los autores de la crítica que no dejan títere con cabeza: política, deporte, y los asuntos más arraigados a nuestra sociedad como la gastronomía y el turismo. Con muchos capítulos: el de parar a tomar un chocolate caliente con buñuelos, desmelenarse en la verbena, dormir poquísimo, traicionar nuestros principios y comprar cajas de petardos, y dar rienda suelta a las emociones en la ofrenda a la Virgen de los Desamparados.
Los huéspedes del Hotel Los Ángeles Denia tienen la opción de combinar la tranquilidad de su estancia con el frenético ritmo fallero, y vivir una parte muy especial de nuestra esencia. Porque las fallas hablan de un pueblo que festeja, que vive la calle, trasnocha, se esfuerza, compite, y se vuelve a retar. Quema lo antiguo –aquí cada cual hace su lectura: dejar atrás el pasado, apartar las cosas o situaciones que nos perjudican, soltar lastre- y resurge de las cenizas.
Es un viaje interesante con un final catártico. ¿Nos acompañáis?
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